A mediados de febrero de este año, en una reunión del Consejo de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la doctora Ngozi Okonjo-Iweala, hizo un llamado a los estados miembros a “intensificar la cooperación con respecto a las nuevas vacunas, tratamientos y medios de diagnóstico prometedores”, destacando la labor de varias compañías farmacéuticas que venían avanzando en acuerdos de licencias para acelerar la fabricación de insumos médicos y farmacéuticos.
La transferencia de tecnología en el marco de las normas multilaterales es una pieza clave ante el desafío que enfrenta hoy la humanidad, y garantizar un acceso veloz y equitativo al cuidado y la prevención de toda la población en el marco de esta pandemia.
Como nunca, el alcance y la eficiencia de los sistemas de salud han sido puesto a prueba a escala global, evidenciando fortalezas y debilidades. Nuestro país no ha sido la excepción, debió adaptar clínicas y hospitales a los nuevos protocolos, aumentar la disponibilidad de médicos y enfermeras, invertir en insumos y aparatología y acelerar los procesos de digitalización y virtualidad en la atención de pacientes.
Todo esto enfrentando particularidades de nuestro sistema. Su profunda fragmentación con múltiples actores poco vinculados tecnológicamente, nula o negativa rentabilidad de sus prestadores, deficiencias en la atención primaria de la salud, rectoría fragmentada en la administración del sistema de salud, solo para mencionar algunas. Si bien este diagnóstico tiene muchos años, resulta claro señalar que los esquemas de atención, diagnóstico y tratamiento no volverán a ser lo que eran, y esta pandemia dejará profundas marcas en la gestión y la administración de la salud.
Hay caminos que deben ser profundizados en el corto y mediado plazo. Deberíamos: definir y sincerar la estrategia de atención en salud mediante un sistema solidario, acelerar la incorporación de tecnologías, colaborar en el fortalecimiento de la Anmat, promulgar la ley que establezca el funcionamiento de la Agnet, ver la factibilidad de implementar un seguro para enfermedades catastróficas, derogar la resolución sobre los criterios de patentabilidad, entre otros.
Además, el objetivo de todos los actores públicos-privados debería ser el de optimizar y sincerar los recursos de salud disponibles, estar mejor organizados, ser mas eficientes, estar vinculados tecnológicamente y ante todo, cualquier reforma de salud debe poner en el centro a los “pacientes ciudadanos” pero también preservar la sustentabilidad del sistema de prestadores y financiadores de la salud.
Finalmente, a los fines de aumentar la competitividad de nuestro país para atraer nuevas inversiones, resulta importante normalizar nuestros criterios de patentabilidad y la protección de datos a los estándares internacionales, sin lo cual los incentivos para la innovación se ven seriamente afectados.
Estas deudas en materia de protección de la propiedad intelectual mantienen a la Argentina en una Priority Watch List que elabora anualmente la Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos. Sin dudas, estos temas merecen ser incorporados entre las prioridades del Poder Ejecutivo, legislativo y judicial. Siendo no sólo necesario actualizar el plexo normativo sino también contar con una justicia ágil en el cumplimiento de la ley ante violaciones en esta materia.
En conclusión, es clave continuar trabajando de manera mancomunada en la sustentabilidad del sistema de salud con criterios de equidad, federalismo y calidad. A pesar de las vicisitudes generadas por la pandemia, el sistema ha podido responder con resiliencia a los desafíos que corren, pero es importante reconocer que el derecho a la salud de todos los ciudadanos de nuestro país deberá ser brindado por prestados y financiadores de la salud en un entorno de viabilidad económica y financiera.
Para abordar todos estos temas, en los próximos días, en la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina (AmCham), realizaremos un nuevo foro de salud virtual que contará con profesionales, funcionarios públicos y referentes de la industria farmacéutica y de dispositivos médicos, y empresas de tecnológica, quienes compartirán sus puntos de vista sobre los retos y las perspectivas de un sistema de salud sostenible.
La emergencia debe dar paso y otorgar un lugar importante a la reflexión, para recoger las lecciones de esta crisis sanitaria y estar aún mejor preparados para el futuro, brindando la mejor formación a nuestros profesionales de la salud, tomando las oportunidades para cooperar con el sector privado y llevando, sobre todo, la mejor atención a los pacientes. Esperamos hacer una pequeña pero necesaria contribución al debate de una salud de calidad para todos.
*Por Alejandro Díaz, CEO AmCham.