En el mundo financiero cada vez crece más el interés por las inversiones que tienen consecuencias positivas en el plano social y ambiental junto con un rendimiento económico. Dos organizaciones ofrecen capacitaciones, cursos y créditos para mujeres y jóvenes vulnerables, con el objetivo de potenciar sus ideas y empoderar su crecimiento
Una nueva forma de ver el financiamiento surgió en los últimos años: la inversión de impacto, una forma de utilizar fondos y donaciones de empresas, organizaciones e instituciones con el objetivo de cambiar la realidad de las personas que se ven beneficiadas. Así, pasa a ser más que un simple flujo de dinero: son una forma de inversión con un impacto social positivo, que a su vez tiene un rendimiento financiero. La mirada de género comienza a posicionarse en este tipo de acciones, que incluso apuntan a frenar la pobreza en la región.
Las inversiones de impacto son realizadas con la intención de generar un efecto social y ambiental positivo y medible junto con un rendimiento financiero. Se pueden realizar tanto en mercados emergentes como en mercados desarrollados, y tienen como objetivo una gama de rendimientos desde debajo de los mercados hasta la tasa de mercado, dependiendo de los objetivos estratégicos de los inversores.
Así lo explicaron referentes de Fundación Compromiso y Pro Mujer, dos organizaciones que trabajan por la inclusión y acompañamiento de personas en situación de vulnerabilidad en Argentina y varios países de América Latina: la primera, con capacitaciones e inserción laboral de jóvenes; la segunda, con créditos y prestaciones de salud para mujeres. Ambas cuentan con donaciones y apoyo de la financiera JP Morgan Chase y de la Cámara de Comercio de Estados Unidos (AmCham), entre otras.
La inversión de impacto da un paso más allá con respecto a la inversión social, y pasa a la acción. Además, tiene un rendimiento económico que beneficia a todas las partes, como un “círculo virtuoso“.
“Estas inversiones, sobre todo en el mundo de la sociedad civil, coexisten en el mundo de las finanzas híbridas, porque se manejan en el espacio de las finanzas de impacto desde las donaciones que siguen existiendo y préstamos blandos, hasta equity: empieza a aparecer la participación de personas y empresas en estos emprendimientos, que en muchos casos se conocen como empresas con propósito”, afirmó Carolina Biquard, presidenta Fundación Compromiso, durante una presentación organizada por la AmCham y JP Morgan para detallar los alcances de ambas organizaciones.
La perspectiva de género no puede faltar a la hora de pensar en inversiones con efectos sociales. “¿Qué significa la inversión con enfoque de género? Significa tener en cuenta el impacto que tiene la mujer en la inversión. En la práctica, implica invertir en empresas lideradas por mujeres, que promuevan la igualdad de género en el lugar de trabajo, que desarrollen productos que beneficien a mujeres a niñas, y que promuevan la igualdad en la cadena de valor”, explicó Fátima Goti, directora de Pro Mujer Argentina.
Microcréditos para empoderar
Pro Mujer ya lleva 30 años trabajando en la inversión a mujeres, y por eso tomó el “desafío de liderar las estrategias para inversiones que impulsen la igualdad para las mujeres de Latinoamérica”, sostuvo Goti.
La organización nació en la década de 1990 en El Alto, Bolivia, como una idea de dos docentes: una boliviana, otra estadounidense. “Ellas tenían la certeza de que si uno le da oportunidades adecuadas a las mujeres, pueden convertirse en poderosos agentes de cambio, y empezaron dando pequeños microcréditos. Luego se dieron cuenta de que estas prestatarias requerían otro tipo de servicios: de salud, educación y capacitación. Fueron incorporándolos, y eso es lo que hay hoy”, por ejemplo con salud preventiva, salud reproductiva y capacitación en emprendedurismo y liderazgo, contó Goti. Pro Mujer tiene sede en Estados Unidos y hoy opera en 11 países.
La operación de Pro Mujer en Argentina está dividida en dos: por un lado, bajo el nombre Pro Mujer Argentina, opera en el norte del país, en Salta, Tucumán y Jujuy. Por otra parte, Ilumina Soluciones Financieras opera en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en el conurbano bonaerense. Ambas brindan préstamos presenciales con microcréditos, y también de forma digital con una aplicación, IluminaApp, por la cual se puede acceder a préstamos online en sólo 5 minutos. También brindan servicios de salud y capacitaciones.
Inversión de impacto contra la pobreza
Goti remarcó que “apoyar a un emprendedor tiene un impacto directo en la eliminación de la pobreza”. “Un emprendedor que tiene una idea, fondos y capacitación, sale de la pobreza él y saca de la pobreza a su entorno”, enfatizó. ¿Cómo sucede este proceso?
“Vemos cientos de casos de mujeres que con un pequeño préstamo empiezan por ejemplo haciendo pan y vendiéndolo en su casa. Luego, con un préstamo más grande, logran comprar una bicicleta y vender el pan en la calle. Luego se pueden poner un pequeño local y darle trabajo a otro familiar, crecer y darle trabajo a más gente. Tienen una pasión y visión que no tiene nada que envidiarle a los grandes emprendedores. Es solamente cuestión de darles la oportunidad”, afirmó la directora de Pro Mujer Argentina.
Un círculo virtuoso
Fundación Compromiso fue creada en 1994 pero desde 2019 a la fecha atraviesa el camino de ir de la donación a la inversión con la creación del programa Potrero Digital, una red de centros de aprendizaje de oficios digitales para la inclusión social para personas desde los 16 años. Tiene el objetivo de democratizar el acceso a las oportunidades de la economía digital, a través del desarrollo de habilidades digitales para la inserción y progresión laboral de personas que de otra forma no tienen posibilidades de formación en este campo.
El programa Potrero Digital es parte de un “modelo de gestión sustentable”: genera un “círculo virtuoso” con Compromiso Digital, una empresa que gestiona la inserción laboral de los alumnos egresados de los cursos y retroalimenta las oportunidades de formación para nuevos alumnos.
Uno de los principales resultados del programa es que hay muchas mujeres beneficiarias que consiguen empleo o desarrollan emprendimientos. El 60% de los estudiantes de los cursos de Potrero Digital son mujeres, y “es una política incentivar la formación de mujeres”, sostuvo Florencia Giulio, directora de inversiones estratégicas y alianzas institucionales de Fundación Compromiso.
Cada curso incluye tres materias obligatorias: Especialización técnica, Habilidades Socioproductivas e Inglés Digital. En este momento, la salida laboral de los alumnos por convenio con diferentes empresas es de: Marketing Digital junto a Google; Comercio Electrónico junto a Mercado Libre; Programación junto a Digital House; Practicante de la nube junto a Amazon Web Services; Arte, Diseño y Animación Digital junto a la escuela Da Vinci; y Soporte de tecnología junto a Cisco NetAcademy.
Además, junto a JP Morgan enseñan emprendedurismo e inclusión financiera, y acceden a entrevistas simuladas y resolución de conflictos para lograr entrar a trabajos. Los cursos duran 4 meses en promedio.
Los interesados pueden ingresar al sitio oficial del programa para anotarse en el curso de su interés en el “potrero” local más cercano a su domicilio, en caso de que esté abierta la inscripción. Las empresas también pueden anotarse en el sector de empleadores, para dar becas de trabajo a los estudiantes capacitados en Potrero Digital.
“Poniendo al frente toda la tecnología y conocimiento que desarrollamos en estos años, en muy poco tiempo, de la mano de grandes socios como el JP Morgan, se pueden hacer cambios increíbles y sumar al Estado sin necesitar que el Estado sea el único que lleve adelante estos programas. Sí, por supuesto, que sea un socio más, pero no el único”, destacó Giulio.
Las inversiones de impacto aún son poco frencuentes en Argentina. “A la larga esperamos juntar inversores que apuesten no solamente con una inversión social en nuestros alumnos, sino que también apunten a que el trabajo de estos alumnos sea absolutamente viable y sea una inversión que genere ese retorno económico para que termine de hacer funcionar este ciclo”, planteó Biquard.
Una nueva forma de ver el financiamiento surgió en los últimos años: la inversión de impacto, una forma de utilizar fondos y donaciones de empresas, organizaciones e instituciones con el objetivo de cambiar la realidad de las personas que se ven beneficiadas. Así, pasa a ser más que un simple flujo de dinero: son una forma de inversión con un impacto social positivo, que a su vez tiene un rendimiento financiero. La mirada de género comienza a posicionarse en este tipo de acciones, que incluso apuntan a frenar la pobreza en la región.
Las inversiones de impacto son realizadas con la intención de generar un efecto social y ambiental positivo y medible junto con un rendimiento financiero. Se pueden realizar tanto en mercados emergentes como en mercados desarrollados, y tienen como objetivo una gama de rendimientos desde debajo de los mercados hasta la tasa de mercado, dependiendo de los objetivos estratégicos de los inversores.
Así lo explicaron referentes de Fundación Compromiso y Pro Mujer, dos organizaciones que trabajan por la inclusión y acompañamiento de personas en situación de vulnerabilidad en Argentina y varios países de América Latina: la primera, con capacitaciones e inserción laboral de jóvenes; la segunda, con créditos y prestaciones de salud para mujeres. Ambas cuentan con donaciones y apoyo de la financiera JP Morgan Chase y de la Cámara de Comercio de Estados Unidos (AmCham), entre otras.
La inversión de impacto da un paso más allá con respecto a la inversión social, y pasa a la acción. Además, tiene un rendimiento económico que beneficia a todas las partes, como un “círculo virtuoso“.
“Estas inversiones, sobre todo en el mundo de la sociedad civil, coexisten en el mundo de las finanzas híbridas, porque se manejan en el espacio de las finanzas de impacto desde las donaciones que siguen existiendo y préstamos blandos, hasta equity: empieza a aparecer la participación de personas y empresas en estos emprendimientos, que en muchos casos se conocen como empresas con propósito”, afirmó Carolina Biquard, presidenta Fundación Compromiso, durante una presentación organizada por la AmCham y JP Morgan para detallar los alcances de ambas organizaciones.
La perspectiva de género no puede faltar a la hora de pensar en inversiones con efectos sociales. “¿Qué significa la inversión con enfoque de género? Significa tener en cuenta el impacto que tiene la mujer en la inversión. En la práctica, implica invertir en empresas lideradas por mujeres, que promuevan la igualdad de género en el lugar de trabajo, que desarrollen productos que beneficien a mujeres a niñas, y que promuevan la igualdad en la cadena de valor”, explicó Fátima Goti, directora de Pro Mujer Argentina.